Los derechos de autor son la piedra basal de la industria del libro. Sea en la modalidad anglosajona - la del copyright - o en la de inspiración francesa - que es la dominante en América Latina -, cada vez que un autor autoriza a su editor para que reproduzca una obra se echa a andar un complejo mecanismo de responsabilidades y riesgos compartidos, que atiende cada vez menos a las fronteras geográficas y que cada año supone transacciones por cientos de millones de dólares. Fenómenos recientes, como el auge de los agentes literarios, las eficientes comunicaciones electrónicas, la rapidez con que se conoce la existencia de nuevos libros, nuevas casas editoras o nuevos mercados, obligan a los editores de hoy a prestar el máximo cuidado a esos derechos y a esforzarse por sacarles el mayor provecho posible, a través tanto de la venta de ejemplares como de derechos subsidiarios.