De la destrucción de Checoslovaquia a la batalla de StalingradoLa falsa neutralidad española durante la Segunda Guerra Mundial al descubierto. Un mito de Franco que ha llegado hasta hoy.Entre 1939 y 1943, la España del Caudillo Franco soñó un futuro esplendoroso, en el que sólo tres grandes imperios dominarían el espacio europeo: Alemania, Italia y España. Fueron unos años intensos, en los que la España franquista asistió atónita y maravillada, complacida y feliz, a la destrucción del Estado masónico checoslovaco, al derrumbe patético y sin gloria de la III República francesa, al ataque sin cuartel a la guarida de la bestia bolchevique. Para poner un pie en la Nueva Europa nazi, el núcleo de poder franquista necesitaba, entre otros elementos, la complicidad amplia y extendida de todos aquellos que pudiesen emitir unos discursos adecuados a la voluntad y las necesidades de la dictadura. Nombres como Manuel Aznar, Ignacio Agustí, Antonio Tovar o Dionisio Ridruejo. Medios como ABC, La Vanguardia Española, Arriba, Solidaridad Nacional, y revistas como Destino y Mundo, pusieron en evidencia que la España franquista jamás fue aliadófila, ni creyó en la victoria de los aliados, ni siquiera de los occidentales. Apostó por la Nueva Europa que proponía, a sangre y fuego, Adolf Hitler, porque también era la Nueva Europa de Franco.El desenlace de la guerra mundial, con la victoria de los aliados y el derrumbe del nazismo, y el obligado viraje de la dictadura española, no debe tapar la realidad pura y dura: la España del primer franquismo apostó por la Europa nazi y por ninguna otra.Francesc Vilanova i Vila-Abadal (Barcelona, 1962) es profesor titular de Historia Contemporánea en la Universidad Autónoma de Barcelona y director del Arxiu Històric de la Fundació Carles Pi i Sunyer. Es autor de varios libros y numerosos artículos sobre el primer franquismo, la represión y el exilio republicano.