Fue el gran samurái Akechi Yukimura, defensor del Emperador, quien encontró al bebé entre los restos calcinados por el ataque de los bandidos. El niño tenía los ojos muy redondos; unos ojos como nunca había visto, y su piel, un tono pálido que le pareció insano. Sí, era un niño extranjero, y sin embargo, Akechi lo adoptó como hijo. Le puso por nombre Sanada. Y Sanada creció feliz, con su hermana y sus padres adoptivos, hasta convertirse en un joven, sin saber que los Libros Antiguos habían anunciado ya su destino. Por eso Akechi lo envió a formarse en el camino de la perfección y de la espada con su maestro Oda Hideyori. Eran tiempos de guerra y eran muchos los peligros que le esperaban? Pero no estaría solo en su aventura.