Antonio Maura -quien fuera presidente del Consejo de Ministros en cinco ocasiones a lo largo del reinado de Alfonso XIII- y el anarquista Andrés Cuevas -personaje inspirado en Abel Paz, miembro de la CNT durante la Segunda República- conviven en esta novela histórica cuya acción se sitúa en el verano de 1914. Concluido el primer período de su vida política con su llamado «Gobierno Largo» -de 1907 a 1909-, Maura se encuentra ante la hostilidad del Partido Liberal, aliado con los republicanos y los medios de comunicación para impedir su regreso al poder. Llamado Eduardo Dato, por el Rey, para presidir el Gobierno por el Partido Conservador, don Antonio se encuentra profundamente herido por la actitud de todos: la del monarca, la de los liberales y la de su propio partido. Es el fin del político que propugnara la «revolución desde arriba», y apenas el comienzo de aquel que sentenciara «por mí no quedará». El ambiente está más que caldeado para el nacimiento del maurismo, movimiento de masas previo a la Dictadura de Primo de Rivera, y que acaso Maura nunca apoyó.
En este vibrante relato histórico descubrimos al político conservador en la localidad cántabra de Solórzano, en la que veranea. Mientras pinta una acuarela, acudirán a su memoria recuerdos de todo orden que han jalonado su vida tanto política como familiar, sin olvidar su carrera como abogado, su pasión por la pintura o la nostalgia de su Mallorca natal. En paralelo, seguiremos los pasos de Andrés Cuevas en su recorrido por los parajes santanderinos, a los que acude con el objetivo de atentar contra Maura. El anarcosindicalista también rememorará su infancia en Almería, su vida en Barcelona, el ingreso en la Escuela Moderna fundada por Ferrer Guardia -que sería ejecutado como responsable de la Semana Trágica, que acabaría con el «Gobierno Largo» de don Antonio-, su experiencia durante los sucesos de 1909, su huida de España, la estancia en Francia...
El final de estas páginas está en los libros de Historia pero nunca se habían detallado, de un modo tan certero como conmovedor, los perfiles de asesino y víctima, al tiempo que el autor, familiar del político, describe minuciosamente el fresco sociopolítico de la época.