A través de la biografía de Adelardo de Bath, el autor nos muestra las aportaciones árabes a las ciencias y las artes a
la cultura occidental.
Una lectura imprescindible, bien documentada y a la vez accesible para todo lector.
Durante siglos, desde la caída del Imperio Romano, la civilización occidental estuvo más condicionada por la influencia eclesiática que por el desarrollo científico. Mientras tanto, la cultura árabe vivía su apogeo, convertida en un verdadero generador de adelantos y exploración cultural. A través de la vida de Adelardo de Bath, un monje inglés del siglo XII que se aventuró a viajar al Oriente para conocer su ciencia y su cultura, Lyons hace un recorrido por la edad de oro de ciudades como Antioquía o Bagdad, cuya Casa de la Sabiduría albergaba por aquella época cuatrocientos mil volúmenes.
Los árabes eran capaces ya de medir la circunferencia de la Tierra, un logro que Occidente no consiguió hasta ocho siglos después; descubrieron el álgebra, desarrollaron las técnicas básicas de la astronomía y la navegación, inventaron la brújula, tradujeron todos los grandes textos científicos y filosóficos de los griegos (entre ellos, de forma destacada, los de Aristóteles), y desarrollaron las lentes y los espejos.