En la Patagonia, Los trazos de la canción y ¿Qué hago yo aquí? son tres libros con muchísimos adeptos, tres clásicos de hoy, tres obras heteróclitas que son invención, aforismo y, sobre todo, la mejor literatura de viajes. Estos tres grandes chatwin son, de hecho y por derecho, Los viajes por antonomasia, reunidos ahora, por primera vez, en un solo volumen memorable que hará, sin duda, las delicias de quienes lean o relean al viajero por excelencia del siglo XX.Ordenados cronológicamente, los tres libros fijan una trayectoria literaria excepcional, con un periplo que nos lleva primero a la Patagonia a través de las entrañas familiares del autor en busca de los vestigios de siglos de historia e insólitas huellas de personajes improbables (En la Patagonia); que prosigue, en una especie de manifiesto místico-exorcista en medio de un itinerario encantado, con la exaltación de los cantos, mitos y ceremonias de los arandas, los aborígenes australianos (Los trazos de la canción); y que, finalmente, recorre los cuatro puntos cardinales del mundo, en una suerte de testamento-carta de navegación (¿Qué hago yo aquí?) en el que el autor, ungido ya con el don de la ubicuidad, transita desde un golpe de estado en África hasta el Afganistán de Robert Byron, o desde Volga y el Danubio en compañía de veteranos de guerra alemanes hasta una campaña electoral en la India junto a Indira Gandhi.Leído de corrido, Los viajes ofrece los incomparables atributos literarios del escritor inglés: su aguda ironía, su implacable sentido del humor, su admiración por los estetas y los hombres de acción, y su desencanto con respecto a la comercialización del arte y la industria de la cultura. Un hombre de mundo que en el mes de mayo hubiera cumplido sesenta y cinco años.