En este probador caben los deseos y los amores de todos los que entran, también los de Jimena. Porque en el probador del amor todo es posible y aunque sabes cómo entras, nunca sabes cómo vas a salir.
Hay probadores diminutos que esconden a grandes mujeres y gigantescos probadores con mujeres diminutas. Todas se colocan desnudas ante el espejo y, por un momento, se ven tal y como son.
Jimena las ha vestido a todas. Dependienta setecientoseurista de una gran empresa de ropa, despliega todas sus habilidades y es capaz de sacar la mejor versión de cada una de las clientas que entra en la tienda. Para muchas dependientas trabajar en un probador es la peor de las pesadillas, pero para Jimena, el probador es su templo.
Pero hay un probador en el que no solo las convierte en quienes deseen ser. En él también pueden amar el cuerpo que deseen. Un secreto que solo Jimena conoce porque ella es su guardiana y en él ha encontrado no solo una fuente extra de ingresos sino también la magia de convertir los sueños eróticos de sus clientas en realidad. Basta llevar cinco prendas y saberse la contraseña y después, dentro, puede suceder cualquier cosa.