Un periodista norteamericano que había sido soldado en Vietnam durante la guerra confesaba, afligido: “Hay lugares adonde no quiero regresar”. Higinio Polo tampoco quiere regresar, no quiere ver la tristeza de Samarra, ni la pobreza de Basora; no quiere ver en qué se ha convertido Bosra, ni quiere ver las ruinas del Crac de los Caballeros, ni la destrucción del Suq al Madina, ni los cascotes de la gran mezquita de Alepo; no quiere ver las ruinas de Palmira, ni la melancolía de Beirut, ni volver a Babilonia, ni recorrer de nuevo las calles de Bagdad.